Ficciones de Pérdida, el Cine y el abordaje de la noche negra

 

Arbitraria selección (como todo recorte) por la cinematografía nacional que intenta representar la inefabilidad del horror de la última dictadura militar. Desde la Historia Oficial hasta el rodaje en este momento de la historia de "Tucho Valenzuela" el cine ha dado cuenta con mayor o menor eficacia de aquella noche trágica de nuestro país.

Por Teresa Gatto

“Sólo una escena de producción de lenguaje
permite tanto quebrar el silencio traumático
de una no -palabra cómplice del olvido como salvarse
de la repetición maniáco obsesiva del recuerdo"
Fracturas de la MemoriaNelly Richard

“Los contrarrelatos en los que los familiares de las víctimas que  ponen a circular su trabajo memorialista hacen eje en la filiación y la genealogía como claves para referir la carga traumática de la violencia del pasado”, este señalamiento de  Ana Amado[i] nos permite el puntapié de un recorrido por aquellas ficciones que abordaron lo indecible y que, plurisignificantes, se han hecho desde la novela familiar, el testimonio de la tortura, las autoficciones del yo y otros géneros.

Desde “La historia Oficial” (1985) dirigida por Luis Puenzo, se han configurado lenguajes simbólicos que trataron de dar cuenta de aquellos momentos en los que ninguna ética puede ser sostenida conforme conocemos la noción de delito. En aquel momento los culpables del genocidio más grande de nuestro país no habían sido acusados formalmente de un delito imprescriptible toda vez que se sostiene mientras la supresión de identidad persiste. Pero los años 80’ no habían abierto archivos, no dejaban ver toda la verdad porque entre otras muchas cuestiones, la verdad se deja ver con el tiempo. De modo que compadecerse de la señora que ve su hogar en ruinas cuando comprende de dónde proviene la niña, provocaron más empatía en la madre que en la Abuela que muda y sostenidamente acechaba segura de ese latido llevaba su sangre.

Como señala Marcela Visconti en la Revista Aletheia [ii] : La complicidad civil es una cuestión compleja que remite a conductas, acciones y fenómenos de diversa índole, los cuales tienen en común el haber consentido, en mayor o en menor medida y de distinta forma, el programa dictatorial. Uno de los modos en que operó la complicidad en la sociedad en su conjunto fue a través de los mecanismos del silencio y de la negación. Estos mecanismos ponen en juego la cuestión del saber/no saber que está ligada a una de las significaciones de los “dos demonios”, la autopercepción como inocente por parte de la sociedad, que quisiera pensar en conexión con La historia oficial. Porque la supuesta inocencia encuentra justificación en la pretensión de no saber. Se quiere creer que no se sabe como justificativo de la indiferencia o la negación de lo que sucedía frente a los propios ojos. Sin embargo, como señala Pilar Calveiro:

"Si había algo que no se podía aducir en ese momento era el desconocimiento. Los coches sin placas de identificación, con sirenas y hombres que hacían ostentación de armas recorrían todas las ciudades; las personas desaparecían en procedimientos espectaculares, muchas veces en la vía pública. Casi todos los sobrevivientes relatan haber sido secuestrados en presencia de testigos.[8] Decenas de cadáveres mutilados de personas no reconocidas eran arrojados a las calles y plazas. Los periódicos,  de gran circulación en Argentina, no hablaban de los campos de concentración pero sí de personas que desaparecían, cadáveres no identificados, enfrentamientos que arrojaban muchos muertos “guerrilleros” y ningún militar, cuerpos destrozados con cargas explosivas, calcinados, ahogados, y muchísimos tiroteos (...) Con ese ambiente en las calles y esta información en los periódicos nadie podía aducir desconocimiento" (2001: 149-150).(9)

 

Muchos días, juicios, debates y conocimiento de la verdadera historia oficial debieron transcurrir para que de modo menos realista y mucho más metaforizado o alegórico (alegoría que dilata la labor de duelo) , el cine nos proveyera de imágenes mucho más inquietantes como las de Garage Olimpo, Argentina-Italia, 1999.  Dirigida por Marco Bechis, con Antonella Costa, Carlos Echevarría, Dominique Sanda, Chiara Caselli, Enrique Piñeyro, Pablo Razuk. Si es posible una imagen del horror, de un realismo escalofriante, estas imágenes residen en garaje Olimpo, aunque el film pirde cierta eficacia al narrar algunas desgracias ya narradas, no por ello deja de ser testimonio de un modo de transitar la privación de la libertad, la tortura y la muerte.

Los Rubios

En otro registro, Los Rubios de Albetina Carri, 2003, Argentina, con la participación protagónica de Analía Couceyro, representa el modo de hacer una película que a la vez pone en escena la filmación de una que le es imposible protagonizar a la directora, cuyo relato del yo es el centro en torno al cual gira la búsqueda de la memoria. Saber cómo fue aquella vida de famila, la familia de Los Rubios, ficción, autobografía y documental se mixturan en ella dando como resultado un film que desde una óptica otra, no busca justicia o verdad, sino nada más que una indagación (o nada menos) de cómo fueron aquellos días que acabaron con la detención de sus padres.

 

Papá Iván

Papá Iván es un documental, coproducción de Argentina y México, dirigida por María Inés Roqué sobre su propio guion, estrenada el 29 de julio de 2004.

El puntapié inicial es la carta que Iván Roqué deja a sus hijos aproximadamente en agosto de 1972, cuando decide pasar a la clandestinidad. Si bien ese período es de dictadura nunca será tan grave como la que sigue al período constitucional que va desde 1973 a 1976, las cosas no terminan bien. La interpretación de María Inés Roqué sobre la carta de su padre pone a jugar una característica que hasta entonces no había aparecido. No sólo hay preguntas y cuestionamientos sino que tal vez por primera vez hay un interrogante vinculado a la orfandad en que quedan aquellos cuyos padres eligen la Causa. Si bien la construcción del militante no está ausente, lo que prima es la pérdida, aquellos momentos en que un padre es absolutamente imprescindible más allá de que sea un héroe sesentista. El reclamo de la ausencia que es también la falta de un padre cuya mirada nos construye aunque se trate de comprender esa ausencia y esa elección.

Kamchatka

Los films sobre esa noche negra de la Argentina han proliferado y mutado del realismo del comienzo y de cierta cuestión atemperada hacia la narración de retratos más Kamchatka (2002), película argentina-española  dirigida por Marcelo Piñeyro y protagonizada por Ricardo Darín, Cecilia Roth, Tomás Fonzi, Matías del Pozo , entre otros. Con la característica de la voz en off del hermano mayor, que debe esconderse junto a sus padres en el campo, hasta poder llegar a Kamchatka, lugar de resistencia y espera. Con mucha más ternura y una angustia latente, el film de Piñeyro desde una simpleza enorme, muestra el rostro de la persecución desde la mirada de un niño y sus juegos, aunque a la postre el horror se haga presente.

 

Infancia Clandestina

Del mismo Infancia Clandestina dirigida por Benjamín Ávila, con los excelentes trabajos de Natalia Oreiro y Ernesto Alteiro da cuenta de la vida de Ernesto, un niño con una vida inventada y un nombre inventado porque el regreso para la Contraofensiva Montonera impone toda suerte de tabiques y ocultamientos preventivos.

Decir que se llama Juan es imposible y la vida de Juan/Ernesto se desarrolla entre el biombo de la verdad y el despertar a ciertas pulsiones tan frecuentes en la adolescencia. La lucha no deja espacio para el amor…no siempre

Verdades Verdaderas, la Historia de Estela de Carlotto

Por último en esta arbitraria selección, Verdades Verdaderas, La vida de estela de Carlotto, dirigida por Nicolás Gil Lavedra,  impregna de noción de familia, de búsqueda y de pérdida el universo de la Abuela más conocida del planeta.

La búsqueda de Laura, la certeza de su muerte, la infructuosa e inminente necesidad de encontrar a su nieto, muestran ese yo de Carlotto que afortunadamente el año pasado encontró a su “Guido” y que tal vez marche junto a él en un sueño largamente acariciado el próximo 24 de marzo.

Las ficciones de la dictadura pasaron diversos momentos, desde la novedad hasta el hartazgo de que se contaran las mismas cosas y cierto prurito del espectador en no volver a escuchar una radio a todo volumen mientras un ser humano era torturado hasta la muerte. De hecho, en este momento, se filma la historia de Tucho Valenzuela, protagonista de la novela Recuerdos de la Muerte de M.  Bonasso, basada en la vida del dirigente Montonero

Afortunadamente, la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final han permitido la apertura de juzgamientos y penalidades que nos entregan documentales como los de la Megacausa Esma con la posibilidad de representar nuevos nodos que sigan echando luz en esa oscuridad infernal. Un nuevo camino es la llegada de la Justicia que en algunos casos, cómplice, demoró encuentros, prisiones y hallazgos de cuerpos a los que dejar en un sitio con su lápida para rendir homenaje o hacer el duelo. Representaciones que van llegando no sólo al cine, al teatro, a las artes plásticas, sino al plano real para que podamos decir que no nos han vencido.

 


[i] Amado, Ana, ördenes de la memoria y desórdenes de la ficción en Lazos de famila, Ana Amado, Nora Dominguez Compliadoras, Paidós, Buenos Aires, 2004.[ii] Visconti, Marcela, Lo pensable de una época. Sobre La historia oficial de Luis Puenzo. http://www.aletheia.fahce.unlp.edu.ar/numeros/numeros/numero-8/articulos/lo-pensable-de-una-epoca.-sobre-la-historia-oficial-de-luis-puenzo

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