Mi padre y yo , por Denise Pieniazek

 

A cien años del nacimiento de Leopoldo Torre Nilsson, Pablo Torre, uno de sus hijos, nos presenta a modo de homenaje el documental Mi padre y yo.







Por Denise Pieniazek

A cien años del natalicio de Leopoldo Torre Nilsson (1924-1978), uno de los directores más célebres del cine argentino, con reconocimiento internacional, su hijo Pablo Torre presenta el documental Mi padre y yo (2024). Estamos ante un caso atípico donde tres generaciones se han dedicado y compartido la pasión por el cine y su oficio, comenzando con los hermanos Carlos Torres Ríos y Leopoldo Torres Ríos, siguiendo con Leopoldo Torre Nilsson (hijo de este último) y sus hijos Javier y Pablo Torre.

Dicho documental con enfoque autobiográfico, posee como hilo conductor narrativo la voz de Pablo Torre, hijo menor de Torre Nilsson, mediante sus trayectos en la búsqueda y revisión de materiales. El relato intercala aspectos de la vida privada y artística de Torre Nilsson, con fragmentos de su extensa y variada filmografía y material de archivo. Entre estos últimos se destaca el aporte de una entrevista a Torre Nilsson, donde el intelectual expresa opiniones más que interesantes (de la que sin dudas se desearía ver más). El largometraje está dividido estructuralmente en ocho partes: “La memoria”, “Torres Ríos”, “El matrimonio”, “La fama”, “Beatriz” (Beatriz Guido), “Dos padres difíciles”, “El exilio” y “Mi padre y yo”.

 


Pablo Torre -El amante de las películas mudas (1996), La cara del ángel (1998), La mirada de Clara (2006) y Las Voces (2011)- reflexiona sobre la relación de su padre para con sus hijos, sobre la paternidad en sí misma y especialmente sobre cómo es ser hijo de una celebridad, o mejor dicho cómo era serlo en las décadas del ´60 y ´70 con los prejuicios sociales que existían. Leopoldo Torre Nilsson expresa que “aborrecía el cine (…) mi padre me impuso el cine”, en un comienzo él quería ser escritor (fue escritor de una novela y cuentos, como así también de varios guiones cinematográficos). Recién a los 19 años asumió su “destino de cineasta” y “empecé a pensar que a través del cine también se puede captar las reacciones psíquicas, como las de un Joyce o un Proust”. Curiosamente Pablo comenta que cuando empezó a trabajar con su padre “el cine me aburría, pero disfrutaba estar con mi padre”. Una vez más la historia se repitió y padre e hijo hasta tuvieron eso en común.  

De forma tradicional, el documental repasa los distintos momentos de su carrera, mostrando sus impresionantes logros. Leopoldo Torre Nilsson ha sido premiado en los festivales internacionales más importantes y fue considerado como uno de los diez mejores directores del mundo junto a Bergman, Truffaut, Resnais, Antonioni, Fellini, Kurosawa, Buñuel, Richardson y Wajda. El relato repasa rápidamente su filmografía que incluye películas como La casa del ángel (1957), Piel de verano (1961), Fin de fiesta (1960), El crimen de Oribe (1950), Para vestir santos (1955), El secuestrador (1958), La caída (1959), La mano en la trampa (1961), La terraza (1963), Martín Fierro (1968), El santo de la espada (1970), La maffia (1972), Los siete locos (1973), Boquitas pintadas (1974), La guerra del cerdo (1975) y Piedra Libre (1976). Respecto a esta última, la obra expone cuánta angustia le causó a Torre Nilsson la censura al mismo por parte de la dictadura militar, resaltando sin embargo que a través de su arte se enfrentó al poder de turno.

 


El documental es un sentido homenaje a un hombre que debiera por siempre ser recordado por su aporte fundamental a la cultura y a la historia del cine mundial. Todo aquel que se considere un cinéfilo debería estudiar su extensa y variada filmografía, que aun hoy resulta adelantada a su tiempo. Incluso el reconocido director Martin Scorsese ha mencionado que La mano en la trampa (1961) es una película que lo ha nutrido e influenciado. Leopoldo Torre Nilsson parafraseando a su hijo, “ha filmado más de lo que ha vivido”, entregó toda su vida a su arte y vio su última película en el majestuoso cine “Splendid”.

 

 

Ficha Técnica:

Título original: Mi padre y yo

Año: 2024.

País: Argentina.

Dirección: Pablo Torre.
Guión: Pablo Torre.

Edición: Liliana Nadal.

Sonido: Javier Stavropulos.
Producción: Javier Torre, Silvana Jastreb.
Duración: 84 minutos.

Funciones: Del 8 al 14 de agosto en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635, CABA).

Sábados de junio y julio a las 18.00h en Malba Cine.             

Fecha de estreno comercial en Argentina: 25 de mayo de 2024.

 

@denisepienia #cine #estrenosdecine #leopoldotorrenilsson #cineargentino

Calificación: 6.0 

 

NOTAS:

Carlos Torres Ríos, pionero de la familia, empezó a filmar en los tiempos del

cine mudo. Dirigió doce largometrajes -fue técnico e inventor- y hay quienes

dicen que Roberto Arlt se inspiró en él para crear el personaje de Erdosain de

Los Siete Locos.

Leopoldo Torres Ríos, su hermano menor, creó en el cine un lenguaje propio

y llegó a dirigir treinta y cinco largometrajes. Alcanzó el éxito recién a los

cuarenta años con Pelota de Trapo. Su hijo estaba dando por entonces sus

primeros pasos en el cine; era un chico retraído, tímido y, para diferenciarse de

él, sumó al suyo el apellido de su madre.

Leopoldo Torre Nilsson fue, por años, un sinónimo de la palabra cine.

Babsy, como le decían sus íntimos, filmó treinta largometrajes. Ganó premios

en todos los festivales cinematográficos del mundo, recaudó sumas

gigantescas de dinero, produjo las películas de toda una generación de

cineastas y fue el dueño de una mirada personal del cine. En 1977 el gobierno

del golpe militar prohibió su última película, Piedra Libre.

Manirroto, jugador apasionado, Torre Nilsson murió a los cincuenta y cuatro

años en el destierro cruel de la pobreza.

 

Carlos Torres Ríos, pionero de la familia, empezó a filmar en los tiempos del cine mudo. Dirigió doce largometrajes, fue técnico, inventor y hay quienes dicen que Roberto Arlt se inspiró en él para crear el personaje de Erdosain de Los Siete Locos. Leopoldo Torres Ríos, su hermano menor, creó en el cine un lenguaje propio y llegó a dirigir treinta y cinco largometrajes. Alcanzó el éxito recién a los cuarenta años con Pelota de trapo. Su hijo estaba dando por entonces sus primeros pasos en el cine; era un chico retraído, tímido y, para diferenciarse de él, sumó al suyo el apellido de su madre. Torre Nilsson fue, por años, un sinónimo de la palabra cine.

Babsy, como le decían sus íntimos, filmó treinta largometrajes. Ganó premios en todos los festivales cinematográficos del mundo, recaudó sumas gigantescas de dinero, produjo las películas de toda una generación de cineastas y fue el dueño de una mirada personal del cine. En 1977 el gobierno del golpe militar prohibió su última película, Piedra libre. Manirroto, jugador apasionado, Torre Nilsson murió a los cincuenta y cuatro años en el destierro cruel de la pobreza. Su memoria se entrelaza con la historia del cine argentino. Al cumplirse cien años de su nacimiento, Pablo Torre, su hijo menor, le rinde un tributo recreando el lado familiar, desconocido, de su vida sorprendente.

Beatriz Guido “toda mi autenticidad está nada más que en el oficio de escritor”

 


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