Por Mariu Serrano
En un pueblo ignoto del chaco santiagueño la sequía está trastornando a los animales, y pronto llegará a sus habitantes. El lago se volvió charco y un peón conjura sus pasos en busca de un ojo de agua. Una camioneta tiene la sospechosa costumbre de merodear una casa perdida en el monte. Desde el espejo retrovisor vemos a un joven corriendo tras ella, sabiendo que no alcanzará al voyeur pero intentándolo con todas sus fuerzas, irreflexivo como un perro. Esa misma noche Santiago, nuestro protagonista, se encamina a la ruta y se aleja de su hogar en un coche fúnebre.
Los primeros planos de Vigilia, ópera prima de Julieta Ledesma, insinúan el carácter de toda la película: una narrativa elíptica, plena en metáforas, construida a partir de tomas puntillosas y de compleja realización. La elección de Matthias Fleischer en la dirección de Fotografía y Julieta Dolinsky en la dirección de Arte son, sin lugar a dudas, el mayor acierto de la realizadora.
El regreso de Santiago (Pablo Ríos) es festejado sólo por la criada (María Inés Sancerni) y su perro Aaron. Su madre, Carmen (Mirella Pascual), sigue creyendo que está en la guerra; su padre (Osmar Núñez) lo rechaza, escopeta en mano. Su cuarto quedó petrificado y conserva sus juguetes de niño. Evidentemente nadie lo esperaba. Asimismo nadie quiere explicaciones.
La calma del estero se desploma con la llegada de este desconocido por elección: tiene pésimos modales, tiene una historia secreta, tiene información sobre cada uno de los que habitan esa casa, tiene un poder que Ernesto, el hombre de la casa, no puede tolerar.
El perro se rebela ante su amo, ya no le sirve en la cacería sino que le ladra con ferocidad. Se ha vuelto cimarrón y es preciso sacrificarlo. Sin embargo su presencia –inmaterial o no- persigue y lo acucia a Ernesto. Los corrales son visitados por una bestia desconocida, y caen bajo su mandíbula los cerdos, las cabras, las gallinas, en un reguero de sangre.
Una lectura simplista nos propone que el muerto emerge de su tumba y se aparece como un fantasma entrometido, clamando venganza. Esa interpretación hace poca justicia al trabajo de Ledesma, puesto que hay numerosas alegorías e imágenes que rozan lo surreal, que nos invitan a pensar a esta familia de modo más abstracto. Hay una constante presencia de elementos que remiten al catolicismo y a los cultos paganos, configurando una imperceptible división entre el mundo real y lo místico. La salina, ese mar seco, es un pasaje entre los dos terrenos.
Los toques “a la Favio”, desenfoques, travellings, planos aberrados, tomas nocturnas iluminadas, naturalmente, por la Luna, entretienen al ojo y ayudan a que los silencios no sofoquen. De hecho, la escasez de diálogos es un punto a favor para Vigilia, ya que sus actores (a excepción por supuesto de Osmar Núñez) son mucho más elocuentes en lo gestual, en la insinuación, que al momento de declamar.
La película va ganando en animalidad y sus planos se tornan cada vez más explícitos, mientras que la trama se nos presenta onírica, por momentos inasible. El delirio de Carmen, sus ataques de risa en contraste con sus letargos apáticos, su libido desenfrenada e impúdica frente a la falta de intimidad con su marido, construyen gran parte de esa tensión avivada por la música, a cargo de Ruy Folguera y dirigida por Martín Grignaschi.
Sinopsis:
Santiago amanece desnudo y golpeado en medio del desierto. El joven se incorpora muy aturdido y retorna a su casa paterna.
En el campo, su familia está padeciendo una gran sequía. Su padre Ernesto, lo recibe a punta de pistola mientras que su perro Arón lo protege imponiéndose amenazante contra su padre. Ernesto decide, en contra de la voluntad de su hijo, sacrificar al perro familiar que se ha vuelto cimarrón. Arón, el perro sacrificado, emerge de su tumba y sus fantasmagóricas apariciones amenazan la cordura de Ernesto y sacuden los cimientos de la familia, que queda a merced de sus impulsos salvajes.
Ficha artístico-técnica:
Guión y Dirección: Julieta Ledesma
Elenco: Osmar Núñez, Mirella Pascual, Pablo Ríos, Jorge Román, María Inés Sancerni, Ia Arteta.
Director de Fotografía: Matthias Fleischer
Director de Arte: Julieta Dolinsky
Edición: Valeria Otheguy
Directora de Producción: Carolina Lusa
Jefe de producción: Martín Mauvezín
Música Original: Ruy Folguera
Director de Sonido: Martín Grignaschi
Productores: Ignacio Rey, Gastón Rothschild
Coproductores: Javier Palleiro, Guillermo Rocamora
Empresa Productora: Sudestada Cine
Duración: 106 minutos
Género: Drama
País: Argentina – Uruguay
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