por Teresa Gatto
Estamos en el Liceo Gustave Flaubert. Es el inicio de clases y a Germain profesor de literatura, le produce tedio no sólo la reunión en la que se imparten las nuevas directivas sobre el funcionamiento del establecimiento, sino encarar la difícil tarea de hacer leer buenos textos franceses del XIX a los alumnos del 2° medio C.
Corrigiendo una pequeña composición cuya consigna disparadora es “mi fin de semana” reflexiona junto a su esposa, sobre como celulares y pizzas son el pan nuestro de los adolescentes de todas partes. Hasta que un relato sale de lo común. Pertenece a Claude García y está basado en la observación de la casa de su compañero Rafa Artold.
Este relato no sólo alcanza la mejor nota sino que inspira a Germain a incentivar las dotes futuras de escritor de Claude.
Pero ¿no es algo más lo que lo motiva? ¿No estará proyectando alguna deuda pendiente que la literatura ha tenido con él o él con ella?
¿Hasta dónde somos capaces de llegar para que una historia se nos revele completa? ¿Qué límites estamos dispuestos a cruzar para que nuestros discípulos se constituyan en eso que soñaron o soñamos ser y se frustró?
EL film de Francois Ozon, no sólo hace notables guiños a la literatura francesa en la adaptación libre de “El chico de la última fila” de Juan Mayorga, sino que además concibe un manejo excelente de categorías como parodia, realismo y estilización.
Claude García es flaubertiano al máximo, no sólo porque mira con desprecio a aquellos a los que fisgonea sino porque hace gala de un bovarysmo extremo. No hay sólo deseo de narrar en él, hay una búsqueda de eso que le falta, de aquello que perdió.
Pronto las ficciones se duplican. Cuando Claude corrije, es Germain quien se aparece como un celador, guiando al pupilo y a la vez se convierte en personaje junto a su esposa. Todos son mirados con el infinito desprecio con el que Flaubert miró a su Emma. Todos alcanzan el estatuto de un realismo que se agota y no hay nada de casual en el gesto de Germain cuando como al pasar le entrega un ejemplar de ese relato increíble en el que todo se vuelve nada, Un simple coeur.
Íntima, proliferante en posiblidades narrativas y con actuaciones que no tienen gestos inútiles, la vida de la familia tipo burguesa de Rafa Artold, el sistema educativo francés, el arte postmoderno y su futilidad (la galería en la que trabaja la esposa de Germain se cerrará a fin de mes sino vende “arte”), la realidad de clase baja de Claude García y hasta el deseo encubierto y desnudado por un jovencito que tiene de perverso lo mismo que tiene de corrosivo su discurso, aparecen en Dans la maison.
Ozon capta en planos cortos el gesto exacto y cuando amplía el foco es porque el rededor importa. Así esta narración, que es mucho más que dos o tres historias, atrapa y grita desde los labios de su narrador: Dans la maison c’est moi.
Ficha Artística/Técnica:
Título original: Dans la maison (En la casa)
Año: 2012
Origen: Francia
Director: François Ozon
Actores: Fabrice Luchini, Ernst Umhauer, Kristin Scott Thomas, Emmanuelle Seigner, Diana Stewart, Denis Ménochet, Jean-François Balmer, Fabrice Colson, Bastien Ughetto, Stéphanie Campion, Yolande Moreau
Guión: François Ozon (Obra: Juan Mayorga)
Fotografía: Jérôme Alméras
Música: Philippe Rombi
Productores: Mandarin Cinéma / Mars Films / France 2 Cinéma / Foz / Canal + / Ciné + / France Telévisions / Cofimage 23 / Palatine Étoile 9
Género: Comedia dramática
Duración:105'
Fechas de estreno: en Argentina: 9 de enero de 2014
2013: Premios del Cine Europeo: Mejor guión.
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