Crítica y fotos: Teresa Gatto
A despecho de los decires de los amantes de Kim Ki-duk, los hermanos Coen, Tim Burton que se está repitiendo sólo un poquito, el bueno de Eastwood y tantos directores de fama extra fronteras, confieso aquí que el cine argentino es mi preferido entre todos. Disfruto muchos a los anteriormente nombrados, gozo muchas veces con el viejo Woody y todavía Almodóvar me da escenas memorables como así también el nuevo gran ganador Tom Hooper (El discurso del Rey ) pero ninguno de ellos habla mi lengua. Y no me he vuelto fundamentalista del español rioplatense, ni me salió un nacionalismo desesperado por intoxicación de pochoclos de films made in USA. No, los prefiero, los disfruto cuando son buenos y los amo si son muy buenos.
Los otros no me cuentan esa fábula que sólo cobra mayor sentido cuando un graffiti de Floresta, o un flash back me lleva a mi historia que es, en definitiva la Historia nuestra. Y no hablo de color local, otra confusión enorme, hablo del contenido del grafitti, del significante “local de flores” frente al cementerio de Chacarita o a la cicatriz de la derrota.
Porque nada de lo que ocurre en Un Cuento Chino es posible sin el pasado, y entonces tan tragicómico como es nuestro derrotero histórico, el film de Sebastián Borenztein (Guión-Dirección) al que Ricardo Darín, aquí Roberto el ferretero, Ignacio Huang, el chino del cuento más sorprendente y conmovedor y Muriel Santa Ana la vecina que viene del campo y busca amor, no sería posible si entre otras cosas no hubiera un proyecto pensado desde aquí para que esta historia universal, llegue a donde sea, pero con un sello claro, Argentina.
Porque la neurosis de Roberto tiene un marca tremenda, porque sólo aquí todo se arregla o se discute como en Platón, pero con caracú, falda y zapallo y porque sólo nosotros sabemos lo que es parir historias que además de lograr pasar miles de burocracias para recibir ayuda o subsidios, lleguen al receptor con la delicadeza necesaria para que la cuota de comedia sea desopilante y lo trágico, enmascarado y sombrío descienda con levedad y sutileza para que los cambios de clima sostengan la empatía del público.
Un cuento chino es una película cómica, dramática, romántica, sensible, trágica y por sobre todo bien contada. Con actuaciones de gran eficacia sin estridencias ni grandilocuencias superfluas, con una gran tarea de montaje y un descubrimiento: Ignacio Huang que sólo con un movimiento de sus púpilas conmueve o hace reír a carcajadas en una dupla de equilibro magnifico con nuestro actor más visible y galardonado de los últimos tiempos, aquí y extramuros, porque Darín no sólo es un gran actor sino que es uno de esos sujetos que se saca el traje del personaje pero siempre se deja el de argentino, y eso mis queridos lectores, eso hay que agradecerlo y aplaudirlo porque nadie criticó jamás a John Wayne por querer ir al Oeste, ni al magnifico Jeremy Irons o al superlativo Dany Day Lewis por ser más London que el Big Ben ni a Bardem porque se le escapa aún en Sin lugar para los débiles, una vena hispana que estremece. Ellos son americanos, británicos o españoles y “los nuestros” son argentinos hasta los huesos. Y eso, vamos, eso me llena de orgullo. Porque con un presupuesto exiguo siempre, con los tiempos a contramano de todo y con los obstáculos perennes que significa la priorización del cine extranjero en nuestro país, saben contar historias, montarlas, dirigirlas, actuarlas y si después los cronistas se hacen los snobs y no aplauden al final, no hay problema, esta cronista los escuchó descostillarse de risa toda la función y sabe que, tal vez no sea cool alabar mucho nuestros productos pero que esta película vale la pena, vale la pena.
Salud Cine Argentino, sos un cuento y también una realidad!
Apostillas de la conferencia de prensa:
Ricardo Darín: “... con Sebastián estábamos esperando poder hacer un trabajo juntos y es una suerte que apareciera esta historia y poder transitar un humor, no sé si distinto, porque a lo mejor suena demasiado pretencioso decir una cosa así pero sí poco frecuente porque como dijo una vez mi querido amigo Enrique Pinti, el humor generalmente nace en el dolor. Y si es un axioma que se sostiene así mismo esta es una buena oportunidad para demostrarlo porque Un cuento chino es una historia que está plagada, por lo menos, de situaciones complicadas pero esto no significa que no podamos vivirlo con cierto humor porque estamos siendo observadores en una situacion, es decir, el humor de desprende de situaciones y no de gags colocados con forceps y es para mi una gloria poder trabajar en ese tipo de registro...”
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Sebastián Borenztein: En relación a que la película se originó en una noticia periodística de un hecho real expresó “al leerla me dije, así va a empezar mi próxima película: una vaca va a caer de un avión y va a hundir un barco. Eso se juntó con otra idea... tenía ganas de escribir sobre un personaje que había estado en Malvinas... soy clase 63 que es la clase que junto con la 62 fue a la guerra y como tuve amigos personales que fueron a la guerra y le escribía cartas permanentemente y luego los fui a visitar cuando llegaron, me pegó muy personalmente este tema, sentí que tenía una asignatura pendiente con eso y bueno, esas dos ideas colisionaron y empezaron a escribirse...”
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Ignacio Huang: “pasé un tiempo largo en Argentina y en realidad, si bien soy un actor con aspecto oriental tengo formación occidental... creo que eso ha sido importante para que Sebastián me pueda dirigir porque tenemos un mismo código...me sentí muy apoyado por Sebastián y Ricardo y aprendí muchísimas cosas y les estoy muy agradecido”
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Muriel Santa Ana: “es el primer personaje importante que desarrollo en cine... es un lenguaje que tiene sus propias leyes y estoy aprendiendo y descubriendo... por suerte me toca esta experiencia de la mano angelada de Sebastián y alegre e hilarante de Ricardo Darín...”
Fotos, Sinopsis y Ficha Artística / Técnica en: Estreno Un cuento Chino
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